jueves, 14 de octubre de 2010

Según mi realidad.

Rodeado de extraños seres en un mundo en el que pocas veces he estado.
Veo como mueven sus bocas y ojos para comunicarse, y percibo el resonar de pequeñas campanillas en mis oídos; gesticulan de manera extraña y exagerada, produciendo un curioso gemido al expresar alegría.
Trato de entenderlos, de analizarlos, pero es algo que llega a ser tan desconocido que poco es lo que logro captar.
El lugar es extrañamente lúgubre  y gris, sin embargo todos ellos llevan ropajes de hermosos colores con varios accesorios de tonos brillantes y cálidos. Estando rodeado por todos ellos me siento como si fuese el bicho raro de su sociedad, el foráneo al que todos miran por no encajar, al que ignoran por no conocer las normas básicas de su comunidad.
Extrañamente admiran mis tacones, mi postura, y se asombras ante mi silencio; logran entender mis imágenes mentales y el mensaje que con ellas deseo transmitir. Mi quietud les impacta y la inexpresividad de mi rostro les inquieta.
Yo mientras tanto los veo de manera tal que por instantes insignificantes pareciera me logro comunicar con ellos; comunicarme de la manera mas básica, por medio de gestos y señalización... 
        
En un instante todos se detienen, simultáneamente entran en estado de contemplación, como si mentalmente calcularán el tiempo y supieran exactamente cuando parar, así permanecen lo que para mi son unos minutos, recibiendo lo que el mundo les tiene que entregar, abiertos a toda posibilidad.

-Me transporto nuevamente a mi realidad.
Ridículamente me encuentro rodeado de gente plana, normal, sencilla, fofa. 
Estos se comunican igual que yo, manejan el mismo idioma o dialecto, y sus vestimentas pasan a ser, del plano de lo aburrido, lo mas común del mundo.

Confirmado, es mi especie. Mi gente, con quien me debería sentir a gusto, sin embargo no despiertan en mi asombro o deleite alguno.  Son simples, básico generándome una duda alarmante; susurran entre ellos y mantienen contacto visual con miradas relámpago que lo único que generan es mas distancia entre  unos y otros. Ellos mismos se demarcan diferencias que tienen miedo a romper.
Miran mis tacones... comentan, me señalan y discriminan, discriminan todo a lo que no están acostumbrados.
Tratan de integrarse con un ambiente especifico, se visten para la ocasión y aun así su color predilecto es el negro, elegante y sin embargo aburridamente plano. Se demuestran afecto de manera extraña, se acercan, pero no mucho, se acarician, pero no por mucho tiempo, como si un ser externo e invisible los cohibiera. Juegan a la naturalidad impuesta y a la pretensión, a la falsa sonrisa y el confuso guiño de ojo. 
Tartamudean al hablar y pronuncian palabras incoherentes que les fueron enseñadas de pequeños; se enfocan únicamente en su frente próximo para denotar un respeto hacia el otro. Se agrupan en pares o trío y curiosamente en grupos mayores se subdividen de la misma manera como si el orden hubiese que mantenerlo.
Se guían por sus diferencias físicas, haciendo que las que son en exceso notorias parezcan defectos, los cuales al parecer son dignos de señalamiento, burla y reproche.

Esos extraños seres que logran ser mis semejantes, que se convierten en parte de lo que soy y que a final de cuentas me hacen lo que quiero ser. 

Quiero encontrar una razón, un justificante para no seguir transportándome a ese otro mundo en donde seres de otro pensar, otro sentir, me hagan sentir cómodo con la no comunicación...
hasta entonces, seguiré escribiendo y analizando.

No hay comentarios:

Publicar un comentario