lunes, 23 de septiembre de 2013

¿Miedo al cambio?

Estoy a 15 días de un gran cambio. Cambio de país, cambio de idioma, cambio de cultura, cambio de estilo de vida y la ansiedad me consume.
La emoción mantiene mi adrenalina al tope y al mismo tiempo tengo esa sensación de vacío por todo lo nuevo que he de descubrir.

No considero me vaya a un mejor lugar, simplemente me voy a un lugar diferente, a uno que tal vez se ajusta más con lo que sucede en mi vida, mi corazón y mi mente en este momento.
Quiero poder despedirme de todos y al mismo tiempo quiero poderme ir sin decirle a nadie, como si fuese a escapar para nunca más volver... Finalmente escogí despedirme de todos, cerrar el ciclo porque la vida me ha enseñado que aunque huyas tus demonios siempre te alcanzan, donde quiera que estés.

Tengo miedo de revisar mi vida, tenerla que empacar en cajas y distribuirla aleatoriamente; tener que definir qué es importante para guardar y qué es lo que realmente ya no me alimenta o me sirve y tener que deshacerme de ello. Es algo que para mí, va más allá de lo material, va atado a todas las memorias y esfuerzos que he tenido y logrado con cada cosa que he ido obteniendo.
Supongo que tendré que sobrepasar ese miedo inicial y revaluar el futuro que estoy creando y lo que necesito para que este mismo se cumpla bajo mis expectativas.
Mas la necesidad de procrastinar está fuerte en mí, pues empezar a empacar significa que la realidad si es inminente y que ya no hay vuelta atrás que este nuevo camino es un nuevo viaje de encuentro conmigo mismo y lo poco que realmente se puede necesitar para poder vivir bien y ser feliz.

Ya me quiero despedir y no quiero tener que esperar más, quiero poder tener todo listo, que no se me escape nada, pero tengo miedo que la ansiedad aumente cuando lo tenga todo listo y aun hayan algunos días de espera antes de la partida final.
Me dispongo pues a revaluar mi vida desde clasificar y seleccionar mis posesiones para poder avanzar y entender este nuevo rumbo que comienzo a divisar.

El tiempo puede ser cruel.

Cuestionándome constantemente por que siempre soy el que espero, el último en perder la esperanza... El que termina llorando solo en su cama cuando el otro decide huir con la patética excusa de no poder aguantar mas, me entrego a la espera de poder sanar; a ese perdido de tiempo en el que soy vulnerable y al mismo tiempo en exceso cruel por miedo a ser lastimado nuevamente. 

Me convierto en un ser hermético que no permite ningún tipo de acceso, por estos tiempos inclusive sexual, para evitar que tenga que ser yo quien espere una vez mas y que sea otro mas quien huya por miedos e inseguridades.

El tiempo es cruel, la vida me lo ha enseñado, pues no hay manera de apresurarlo, todo toma el tiempo necesario, y todo acto se retoma en tu vida, en algún momento, para que tal vez la vida y el tiempo mismo se aseguren de que la lección si ha sido aprendida. 

Mas no creo que el tiempo sea cruel por gusto, por placer o simplemente por el tedio que es su velocidad misma.
El tiempo es cruel por que nuestro ritmo es otro, por que al ser seres arrítmicos a la realidad no nos percatamos de la dimensión de las cosas y la noción de presente es un ideal del cual tendemos a alejarnos.

Así una vez mas, me entrego a la crueldad del tiempo para que sane en mi eso que un nuevo sentir me dejo y que me recordó que yo ya no ando pajareando y que busco algo mas, que si no estoy dispuesto a esperar y sufrir no vale la pena arriesgarse.

Entonces cuando sienta que el tiempo ya no será cruel y podré vivir en su presente sin necesidad de crear bellos escapes entenderé que es mi tiempo para volverme a entregar al amor.