lunes, 23 de septiembre de 2013

El tiempo puede ser cruel.

Cuestionándome constantemente por que siempre soy el que espero, el último en perder la esperanza... El que termina llorando solo en su cama cuando el otro decide huir con la patética excusa de no poder aguantar mas, me entrego a la espera de poder sanar; a ese perdido de tiempo en el que soy vulnerable y al mismo tiempo en exceso cruel por miedo a ser lastimado nuevamente. 

Me convierto en un ser hermético que no permite ningún tipo de acceso, por estos tiempos inclusive sexual, para evitar que tenga que ser yo quien espere una vez mas y que sea otro mas quien huya por miedos e inseguridades.

El tiempo es cruel, la vida me lo ha enseñado, pues no hay manera de apresurarlo, todo toma el tiempo necesario, y todo acto se retoma en tu vida, en algún momento, para que tal vez la vida y el tiempo mismo se aseguren de que la lección si ha sido aprendida. 

Mas no creo que el tiempo sea cruel por gusto, por placer o simplemente por el tedio que es su velocidad misma.
El tiempo es cruel por que nuestro ritmo es otro, por que al ser seres arrítmicos a la realidad no nos percatamos de la dimensión de las cosas y la noción de presente es un ideal del cual tendemos a alejarnos.

Así una vez mas, me entrego a la crueldad del tiempo para que sane en mi eso que un nuevo sentir me dejo y que me recordó que yo ya no ando pajareando y que busco algo mas, que si no estoy dispuesto a esperar y sufrir no vale la pena arriesgarse.

Entonces cuando sienta que el tiempo ya no será cruel y podré vivir en su presente sin necesidad de crear bellos escapes entenderé que es mi tiempo para volverme a entregar al amor.

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