domingo, 21 de abril de 2013

Una puerta cerrada.

La puerta estaba cerrada, pero me atreví a tocar. 
Era de esas puertas viejas, pesadas, que cuentan la historia de toda una familia en su aspecto.

La cerradura era grande, al menos la principal. 
Justo antes de que se abriera pude sentir como habían trabas, trancas y mas cerraduras internan que una a una y poco a poco se fueron abriendo hasta que logre entrar.

Recorrí el hall y la sala, eran espacios amplios, maravillosamente iluminados, eran espacios libres.
Mas no pude terminar el recorrido antes de tener que volver a salir, el tiempo de mi visita ya había acabado.
Con cada día de visita fue conociendo un poco mas de la casa, de sus pequeños rincones y sus otras grandes habitaciones. 
- mas nunca la llegué a recorrer por completo-

Hubo una vez que me perdí...
Tuviste que ir a buscarme en el armario antiguo donde guardabas tus recuerdos, pues maravillado por tus memorias había perdido la noción del tiempo. 
Habían pasado meses sin salir y al parecer eso no estaba del todo bien.

Con las siguientes visitas me limitaste a mantenerme en lo ya conocido, con cierta cautela de no dejarme ir a esos lugares a los que aun no había entrado... 

Tu alcoba, tu vestier, tu estudio. Eran espacios prohibidos.
Los mese pasaron y ya solo me permitías entrar a tu sala y desde ésta podíamos hablar de los espacios ya recorridos, mas ya no tenia la libertad de ir a visitarlos.

Entonces la vida dio vueltas y yo tuve que dejar de visitar...

Años después volví a encontrar tu acera, volví a tener tiempo de visitar.
Pero al volver la puerta se hallaba cerrada, con todas y cada unas de las trancas puestas.
Toque, repetidamente, sin escuchar respuesta. 
- mas yo decidí que no me iba a rendir-

El tiempo dio frutos y tras muchas visitas y golpes constantes decidiste atender mi visita una vez mas.
Esta vez no me permitiste entrar.
Tan solo pude verte ahí, en la puerta.

Y desde ahí conversamos sobre nuestras memorias...
Me hablaste de remodelaciones, me hablaste de nuevos espacios, mas me dejaste claro que tan solo los podía imaginar, entrar a visitarlos no era una opción y eso no estaba en discusión.

Pero las visitas se hacían cada vez mas esporádicas.
Ya no era normal que respondieras a la puerta.
Tan solo me dejabas ahí,  esperando, sabiendo que adentro sucedía algo, pero dejando claro que ya no tendría acceso.

Con el tiempo empece a frecuentarte menos.
Con el tiempo mis golpes se hicieron menos enérgicos.
Con el tiempo me comencé a rendir...

Hubo días en que pase por tu acera, mas no toque.
No quería afrontar la realidad de saber que no me abrirías.
Hubo días en que simplemente me quede ahí, frente a la puerta, tratando de descifrar las memorias que ésta tenia impresas.

Los días y mese pasaron y mis golpes se hacían mas suaves y ya solo pasaba por tu acera, sin detenerme, sin tocar a la puerta.
Los días y meses pasaron y yo realmente deje de visitar.

Me rendí...

Deje de tocar a tu puerta, por que veía el cerrojo cada vez mas grande, mas seguro y mas impenetrable.
Mis golpes se volvieron una sensación en mi mente mas que un contacto físico con la puerta.

Ahora temo pasar por tu acera.
Ahora tan solo recuerdo esa puerta.
Ahora ya no tengo fuerzas de volver a tocar.
- la certeza de saber que esa puerta no se abrirá me detiene-

Ya solo hay una puerta cerrada, en mi mente.
Y estoy seguro de haber llamado a esa puerta, estoy seguro de haberla atravesado.
Mas la seguridad de que esa puerta no volverá a ser abierta es lo que me alentara eternamente.

Lo que me alentara eternamente a mantenerla como un recuerdo en mi mente y a nunca mas volver a llamar a esa puerta, a nunca mas atravesar esa acera, a mantener la imagen de la cerradura siempre presente en mi mente.


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